"Cuando los perros ladran"
Mi ex me lo dijo: "tu indiferencia duele." Pero él estaba enamorado de mi, mis compañeras de clase no.
Creí que esto sólo pasaba en las películas; hasta que me pasó. Según la RAE la amistad es "el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato." Para mi, la amistad es cuando tienes una relación recíproca de cariño y respeto en el que haces que la otra persona forme parte de tu familia, una familia que no se rige por la sangre.
Un buen día la maestra me habló y me dijo la queja de mis compañeras "que no les hablo, que las ignoro y que no quiero ser su amiga". Ya están grandes para acusarme por eso, pensé. ¿No les gusta la hipocresía pero quieren que sea su amiga a pesar de que me caen mal? No las entiendo.
Dicen que no le puedes caer bien a todo el mundo pero a estas niñas alguien les hizo creer que sí. Nunca supe si fue su necesidad de atención lo que las enloqueció cuando se enteraron de que a mi su vida "me viene y me va" ó, si simplemente, querían molestar.
Pues me cambio de salón pero no quiero estar cerca de personas que me exigen cariño. Entre lágrimas les digo que para aclarar "sí, sí me caen mal y para la próxima si les molesta algo me lo dicen a mi" pero claro que ellas tenían una excelente razón para no decirme las cosas a la cara porque, al parecer, "pierdes tu dignidad cuando le hablas a alguien que no te habla" aunque sea solo porque no tiene nada que decirte.
Pero como bien dijo Don Quijote "si los perros ladran es señal de que cabalgamos"; en realidad a ellas no les afecta que no me interese su compañía pero les arde que cualquier cosa sea más importante para mi que estar con ellas. Hay personas que lloran a diario por personas que "por diversión" las molestan y excluyen. ¿Es justo? no. ¿Por qué lo hacen? no sabemos y probablemente nunca lo entenderemos. ¿alguien les pone un alto? no siempre. Sus razones tendrán. La riqueza del mundo consiste en millones de mentes diferentes y no siempre comprendemos la del otro. Motivaciones y valores nos dividen (y unen). No existe el bien ni el mal absoluto, tal vez mi indiferencia fue una espada constante atravesándolas aún cuando para mi nunca tuvo importancia.
Autor: Fernanda Hervias
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