Found my peace

Cuando era niña me comía mis sentimientos. Mi abuela y mis tías siempre hacían comentarios sobre mi peso y cómo me veía pero a mi nunca me preocupó mi físico o, al menos, eso era lo que me decía a mi misma. 

Fue hasta la prepa que escuchar a mis amigas hablar sobre su físico me puso un espejo enfrente y me metí al gym. Todo estuvo bien un tiempo hasta que se convirtió en una obsesión que en lugar de hacerme sentir mejor conmigo misma me causó body dismorphia. Me sentía triste y dejé de encontrarle sentido a todo lo que estaba haciendo. Simultáneamente mi papá se sentía inspirado por mi determinación de hacer ejercicio y entró a un equipo de atletismo al que lo acompañé en unas vacaciones. 

Ese día del 2015 me salvó la vida, una vez que empecé a correr nunca paré. Correr me abrió las puertas a un mundo maravilloso: A mis mejores amigos los conocí corriendo, conocí ese amor propio del que todos hablaban y por primera vez puedo decir que empecé a disfrutar de la vida. Las personas no entienden por qué prefiero correr que ir de fiesta o salir con amigos; la respuesta es que correr es mi relación conmigo misma y no quiero perder eso.

Me queda claro que la autoestima y la percepción que tengo de mi misma es un trabajo de todos los días. Correr para mi es como ir al taller emocional a trabajar todo eso, a sorprenderme de lo que soy capaz de lograr y a pasar tiempo conmigo: mis problemas, mis preocupaciones y todo lo que quiero mejorar.

Sigue sorprendiéndome lo lejos que he llegado, lo feliz que estoy y lo mucho que ha impactado en mi algo a lo que le dedico una hora de mi vida. Ahora agradezco los comentarios de mi abuela, que aunque no los decía con mala intención me lastimaban, porque me ayudaron a darme cuenta de que no me sentía bien y así pude trabajar para amarme y quitarme todos los complejos de encima.

No puedo esperar a ver hasta donde voy a llegar. 

By: Fernanda Hervias